La venta de la carne de ranas, la que gusta tanto a los gastrónomos de Francia, China, Indonesia y el Japón y se sirve como un plato exquisito en muchos restaurantes del mundo, puede llevar a la desaparición de las ranas. Los científicos exhortan a introducir la homologación obligatoria para las compañías que realizan el acopio de patas de ranas, con el fin de organizar el monitoreo de los volúmenes de captura y fijar unas normas que garanticen la reproducción de la población de esos anfibios.
En los últimos dos decenios, el volumen de la venta de la carne de ranas aumentó de 200 millones a un billón de ranas al año.
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